De la sociedad 1.0 a la 3.0

Esta semana estuve leyendo el primer capítulo del libro Aprendizaje invisible, de John Moravec, y no puedo negar que me dejó con muchas preguntas revoloteando. Moravec invita a mirar las transformaciones que la globalización, la sociedad del conocimiento y el cambio acelerado están provocando en nuestra forma de vivir, trabajar y aprender. Y para explicarlo, propone tres grandes paradigmas: la sociedad 1.0, la sociedad 2.0 y la sociedad 3.0.

La sociedad 1.0 representa el mundo industrial: estructuras jerárquicas, aprendizaje estandarizado y una educación orientada a la obediencia y la productividad. Fue la era en la que se industrializó la escuela, eliminando casi por completo el “aprender haciendo”.

La sociedad 2.0, por su parte, surge con la expansión del conocimiento y el avance tecnológico. Es el momento en que la información empieza a fluir, pero requiere interpretación; cuando el valor se desplaza hacia los llamados “trabajadores del conocimiento”. En esta etapa aparecen los blogs, los wikis, YouTube y las redes sociales, que democratizan la creación y el intercambio de ideas: el mundo del remix, del hip-hop cultural, de quienes aprenden compartiendo y reinterpretando.

Pero el punto que más me sacudió fue la descripción de la sociedad 3.0, esa que Moravec dice que “está a la vuelta de la esquina”. Es una sociedad impulsada por tres fuerzas:

  • El cambio social y tecnológico acelerado,
  • La globalización del conocimiento, y
  • Una cultura de innovación liderada por los knowmads, esos nómadas del conocimiento que pueden trabajar con cualquiera, en cualquier lugar y momento

Y aquí me detuve a pensar: ¿estamos realmente preparando a nuestros estudiantes para vivir en esa sociedad 3.0? Porque seguimos operando con esquemas 1.0: horarios rígidos, clases centradas en el profesor, evaluaciones estandarizadas… Mientras tanto, afuera, los jóvenes ya viven en red, aprenden en movimiento, crean comunidades y proyectos que desafían los límites del aula.

Moravec lo resume con una frase poderosa: “En las escuelas 1.0 no se puede enseñar a estudiantes 3.0.”
El reto, entonces, no es tanto qué se aprende, sino cómo se aprende. Y aquí entra en juego el aprendizaje invisible, que promueve experiencias significativas donde los estudiantes actúan sobre su propio conocimiento: resuelven problemas reales, colaboran, experimentan y, sobre todo, aprenden haciendo visible lo invisible.

El libro comparte ejemplos inspiradores que me encantaron:

  • Shibuya University Network (Japón), donde las clases se imparten en cafeterías o tiendas y cualquier persona puede enseñar o aprender.
  • El Banco Común de Conocimientos (España), un laboratorio ciudadano para compartir saberes prácticos.
  • Y TED.com, una comunidad global donde las ideas se convierten en inspiración colectiva.
Todas estas iniciativas rompen con la idea de que aprender solo ocurre dentro de una institución. Me recuerdan que la educación puede, y debe, suceder en todas partes.

Quizá el mensaje más fuerte de este capítulo sea que la educación no necesita una reforma, sino una revolución. Una revolución que no empiece en las oficinas ni en los planes estratégicos, sino en las aulas, en las conversaciones y en las pequeñas decisiones cotidianas que tomamos como docentes. Una revolución que se atreva a mirar más allá de los contenidos y los exámenes, para centrarse en las personas, en sus talentos, curiosidades y pasiones.

Porque reformar implica ajustar lo que ya existe, pero revolucionar exige imaginar algo nuevo.
Y tal vez de eso se trate este tiempo: de atrevernos a encender la chispa del cambio desde lo invisible, desde lo que aún no tiene nombre, pero que ya está sucediendo en quienes aprendemos y enseñamos con propósito.


Referencias: 

Moravec, J.W. (s.f.). Desde la sociedad 1.0 hacia la sociedad 3.0. En Cobo, C. & Moravec, J.W. (Eds.}9, Aprendizaje invisible: Hacia una nueva ecología de la educación (pp.50-76)


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